Palabras sobre la operita y sobre los corazones

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Palabras sobre la operita y sobre los corazones

Compartimos a continuación el hermoso texto que Carola Martinez Arroyo compartió durante la presentación de «Operita de corazones» de David Wapner y Ana Camusso, en su presentación en Buenos Aires, en febrero de 2018. ¡Muchas gracias por tus palabras Carola!

por Carola Martinez Arroyo

Quería escribir sobre David, sobre el libro, sobre la operita y sobre los corazones.
Pero la poesía está de luto y de mi boca solo salen lamentos por los poemas que Liliana no
va a escribir.
Así que no me queda otra que escribir sobre esto que me sale.
La palabra poética, el estado de poesía.
Esa palabra que transforma y revoluciona.
La palabra que desordena y moviliza.
La poesía como un estado en el que la sutileza se vuelve central.
Dónde las palabras adquieren notoriedad.
Donde se dimensiona el lenguaje.
Donde lo obvio es menos obvio y las cosas pueden cambiar de nombre a gusto de un poeta.
Que el verso sea como una llave.
Le Guin hablaba de la magia y de que cada cosa tiene un nombre verdadero.
En tiempos donde todo se pervierte, nos quedan las palabras, el sentido de ellas y la poesía.
Wapner juega con las palabras. Encuentra formas de convertir la palabra en un bloque, en un rasti que pone y saca, armando una estructura que subvierte a su antojo.
El lenguaje se vuelve arcilla en sus manos como el corazón de ese Pipobrecito.
Ese lenguaje subvertido necesita traducción para los pobres mortales, que, como yo hablan el castellano común tan lejano al surrealismo con el que David vive cotidianamente. Y ahí llega Ana Camusso.
Y me pregunto cómo es que Ana no ilustra más libros. Pero eso es una digresión propia de mi falta de pensamiento poético que Wapner le sobra y debería vender en frasquitos.
Y Ana sirve de ancla, de muestrario, de mapa para seguir la historia. Y nos vuelve a plantar en la certidumbre de que ese un texto que habla de de un Pipo y un sueñor y una Babiluna habla de amigos, amores y corazones.
Y recorro esas páginas, ese mundo de estos edificios, de estos departamentos que sirven de escenario a esta ópera. Y esos edificios en ruinas, de una ciudad en ruinas, de hombres en ruinas que deben hurgar en la basura que se debe parecer tanto a ese mundo en ruinas con el que David y Ana conviven. Y se parece tanto a ese mundo en el que Pipo viviría, acá no más sin ir más lejos, en el Docke por ejemplo.
Por esto es una ópera, aunque lleve nombre de operita, y como toda ópera es un poco dramática. Porque si hablamos de corazones todos nos ponemos un poco dramáticos. Y Pipo y el sueñor y la Babiluna aprenden que al corazón hay que cuidarlo, que a veces hay que pegarlo, otras hacerlo de nuevo y qué a veces hay que devolverlo porque es de otro.
Y ahí también está Pipo con su carrito y su corazón de arcilla. Arcilla un material tan frágil. Y Pipo con su carrito.
Y pienso en De noche en la calle. Y ese niño que espía por las ventanas de los coches para robar una fruta.
Y pienso en Luchín, ese cabrito chico pobre que frágil como un volantín juega con su caballo.
Y pienso en No comas renacuajos y la miseria.
Pero Pipo no es miserable.
Pipo tiene un corazón de cerámica y una Babiluna. Tiene alguien que lo consuela, un Papápipo y la posibilidad de pensar en otro y trabajar para darle un corazón.
Y son estos corazones, esa posibilidad de llenar el mundo de papeles de colores (y poesía, claro) la que permite a Pipo, a sueñor Pipo y Babiluna derretir los corazones y escuchar las palabras allá a lo lejos, las palabras que hemos dejado de escuchar porque estamos muy lejos el uno del otro.
Y pienso en el compromiso de David y Ana con los niños víctimas de la guerra, de su lucha encarnizada contra un mundo que trata a los niños como sus enemigos.
Y escucho más cerca a PapáPipo decir “Pero mi corazón es atómico y dura tanto como una estrella”.
Y pienso que el corazón de Ana y David que es enorme y atómico por su lucha por los niños allá lejos en Israel y enorme y atómico porque al igual que Ediciones de la Terraza creen que la cultura debe ser cada vez más libre.

Ediciones de la Terraza

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